El Poder del Interés Compuesto: De la Fábula a la Historia Real

El interés compuesto es, sin duda, uno de los principios financieros más poderosos: permite que tus rendimientos generen a su vez nuevos rendimientos, acelerando el crecimiento de tu capital con el paso del tiempo. A continuación descubriremos su definición, una célebre fábula que lo ilustra y tres ejemplos históricos donde este fenómeno ha transformado inversiones modestas en fortunas significativas.

¿Qué es el interés compuesto?

El interés compuesto consiste en reinvertir los intereses obtenidos para que, en el siguiente periodo, produzcan a su vez nuevos intereses. Frente al interés simple, que calcula siempre sobre el capital inicial, el compuesto “capitaliza” los rendimientos, generando un crecimiento exponencial.

La fórmula básica es:

Cₙ = C₀ · (1 + r)ⁿ
  • C₀: capital inicial.
  • r: tasa de interés por periodo.
  • n: número de periodos.
  • Cₙ: capital acumulado tras n periodos.

La historia del arlequín y el rey

Un arlequín pidió al rey que le pagara un céntimo el primer día, dos céntimos el segundo, cuatro el tercero, y así sucesivamente durante 30 días. El monarca, confiado en que sería un gasto insignificante, accedió. Pero al final del mes el bufón recibió:

0,01 € · (2³⁰ – 1) ≈ 10,7 millones de céntimos ≈ 107 000 €

La fábula demuestra cómo las dobles sucesivas —equivalentes a un 100 % de interés compuesto diario— llevan a sumas astronómicas.

Tres casos históricos reales

1. El legado de Benjamin Franklin

En su testamento de 1790, Benjamin Franklin asignó £1 000 para Philadephia y otras £1 000 para Boston, con la condición de que se invirtieran al 5 % anual compuesto durante 100 años. Cuando el fondo de Filadelfia venció en 1890, el capital creció a aproximadamente £131 500, que luego se distribuyó en becas y obras públicas. Esta acumulación puso de manifiesto el potencial de crecimiento a largo plazo.

2. El índice S&P 500 (1926–2020)

Tomemos como referencia el histórico rendimiento del S&P 500. Un inversor que hubiera puesto 1 000 $ en 1926 y reinvertido todos los dividendos habría visto su inversión multiplicarse hasta más de 6 000 000 $ en 2020. Con una tasa media anual cercana al 10 %, el efecto compuesto transforma aportes modestos en auténticas fortunas a lo largo de casi un siglo.

3. Warren Buffett y Berkshire Hathaway

Cuando Warren Buffett tomó el control de Berkshire Hathaway en 1965, la acción cotizaba en torno a 19 $. Si alguien hubiera comprado 1 000 $ entonces y mantenido su inversión, a mediados de 2024 ese capital habría superado los 27 000 000 $, gracias a una rentabilidad media anual compuesta superior al 20 %. Un claro ejemplo de cómo la constancia y la reinversión sistemática multiplican el valor.

Conclusión

Estos ejemplos demuestran que, sea en fábulas como la del arlequín y el rey o en la realidad de Franklin, el S&P 500 o Buffett, el interés compuesto convierte incrementos pequeños y continuos en crecimientos exponenciales. La clave está en comenzar pronto, reinvertir siempre los rendimientos y mantener la disciplina a lo largo del tiempo.

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